En busca de la mejor ruta para alcanzar el éxito.
Por: Francisco Uribe
Enrique ya había pasado por varios dolores de cabeza y desconciertos, sin embargo, seguía creyendo en su idea y estaba orgulloso de cómo poco a poco su proyecto iba tomando forma.
Estaba ansioso por tener su primer cliente y poder mostrarle al mundo lo que su futuro negocio tenía para ofrecer, situación que lo motivaba a dar lo mejor de sí cada día. Una vez que tuvo su diagnóstico lo más claro y estructurado posible, se sentó en aquella mesa de madera que por ahora fungía como el escritorio de CEO de su compañía y comenzó a planear, en base a los resultados obtenidos en el análisis de su diagnóstico, un plan conciso que lo llevara de la manera mas certera al éxito esperado.
Un gusto el volverte a encontrar, compañero de batallas interminables, estoy entusiasmado porque sé que has ido creciendo tu idea y que, aunque más de una vez has estado en situaciones nada sencillas sigues aquí para poder conseguir llegar a la meta. Quiero felicitarte porque se que ha habido un cambio en tu persona ya que, el que estés emprendiendo esta aventura de vida no es nada sencillo y no cualquiera lo hace. El día de hoy, quiero que nos tomemos un par de minutos para platicar sobre la siguiente etapa para el desarrollo de tu proyecto.
El diseño es esa etapa que personalmente disfruto más pues, es el momento en que estamos a un paso de la ejecución y comenzar a materializar con base en acciones nuestro sueño, es el momento preciso de ver hasta dónde queremos llegar, dándole rienda suelta a nuestra imaginación, creando los mejores y peores escenarios posibles para contemplarlos en un plan estratégico e integral en el que, sin importar los factores, salgamos victoriosos en cada situación.
Comencemos con la parte de: desarrollar nuestros objetivos.
Sé que es una frase muy trillada y que en este proceso de crecimiento profesional y personal la estarás escuchando cada cinco minutos, pero es de suma importancia tener objetivos claros y concisos porque: “si sabemos a dónde queremos llegar, el viaje será más sencillo y rápido”.
Pues bien, es posible establecer dos tipos de objetivos: generales y específicos.
Objetivos generales: son aquellos que centran su atención en el cambio final que transformará el problema en una oportunidad de negocio. Determinan el impacto que queremos producir sobre los resultados del diagnóstico. Tenemos que desarrollar este objetivo lo más determinado posible, para tener fija la vista a donde queremos llegar.
Objetivos específicos: son los medios en base a pequeñas o grandes acciones necesarias para lograr el objetivo general. Son las tareas que día a día iremos realizando para acercarnos a nuestra meta. El desarrollo de estos objetivos tiene que incluir tiempos, recursos y resultados deseados de una manera muy flexible ya que, puede que en el transcurso podamos encontrar situaciones que no pudimos vislumbrar con anterioridad.
Tengamos en cuenta que los objetivos específicos nos ayudarán a desarrollar actividades y tareas que necesitamos cumplir para llegar al objetivo general y que éste, dará la referencia para saber qué objetivos específicos necesitamos. Si uno de estos dos no está estructurado de la manera correcta, ya sea por desconocimiento o bien, porque no nos tomamos el tiempo necesario para el desarrollo, esto nos traerá situaciones negativas en las siguientes etapas. (Te recomiendo que vuelvas a leer: “Un plan sin objetivos es solo un sueño” , para poder determinar de una mejor manera estos objetivos).
Una vez teniendo en claro los objetivos específicos y el general, la definición de estrategia es el siguiente gran paso, ya que ésta dictará las reglas que serán un conjunto de criterios y opciones que nos ayudarán a tomar decisiones sobre el camino que deberá llevar nuestra nueva idea, en palabras de S. Martinic: «son los medios o caminos que, a juicio de los autores del proyecto, resultan más adecuados y efectivos, para alcanzar los objetivos y cambios planteados.» (Martinic, S;1996:57)
La selección de esta estrategia será decidida, mayormente, con base en los objetivos y los recursos que se tienen, ya que en ella se prioriza ciertas variables de manera que aseguremos los mejores resultados posibles. Hay una gran cantidad de estrategias que puedes llegar a tomar y que pueden o no, ser viables por tu estilo de liderazgo. Te invito a que busques más sobre ellas en la web y selecciones la que más conveniente sea para ti.
Tus recursos son finitos, tenlos en cuenta en todo momento, tanto los económicos, como el tiempo o los asociados que puedas llegar a contar en esta nueva aventura. Se realista y no propongas planes demasiado ambiciosos en supuestos que no sean muy factibles de suceder. Si no tienes una perspectiva real de este punto, es posible que llegues a recaer en el hartazgo o en tener que replantear planes de acción una y otra vez, generando así, un posible aire de desesperanza.
Por último, tenemos que tener en cuenta los factores externos que pueden presentarse durante tu proyecto, así como el reto que puede ser la adaptación de tu plan, si alguno de ellos cambia de una manera no grata para tus objetivos. Estos pueden llegar a ser acontecimientos, decisiones o situaciones que tú no puedes llegar a controlar y que tendrás que identificar para que no se vuelvan un problema. Ten en cuenta que: “ningún mar en calma hizo experto a un marinero”
Me despido por esta ocasión, compañero, recordándote que esta etapa es crucial para encontrar la mejor ruta al éxito y pidiéndote que seas lo más detallado y analítico posible en cada tarea y objetivo especifico que te propongas, también ten en cuenta que, una vez que comienza esta etapa no termina ya que, sobre el transcurso de tu proyecto tendrás que ir actualizando, cambiando y evolucionando el plan para conseguir los resultados deseados. Y como solía decir Babe Ruth: “No se puede vencer a alguien que nunca se rinde”. En los momentos difíciles, recuerda que ser invencible no significa nunca fallar, sino nunca darte por vencido.